miércoles, 2 de enero de 2013

No al dinero


    Con el dinero empezó el abuso y la absurdidad de las sociedades modernas, donde casi cualquier actividad debía ser pagada, todas las áreas serían profesionalizadas y mercantilizadas. Con este frio intercambio, de quién vale y no vale, se empieza a establecer la creencia de que el dinero ganado es merecido, y que si el dinero ganado es mucho es porque se está triunfando en la vida y haciendo las cosas correctamente. De hecho, se obtiene una merecida posición social y consiguiente subsistencia.
 También se establece la noción de la división y especialización del trabajo siempre dentro del individualismo y de las normas del mercado. Aparecen, en consecuencia, miles de puestos y burocracias, que no sirven para nada más que acelerar el proceso de la máquina y el dinero. Dinero que genera una sociedad injusta per se, de trabajos y puestos de engranaje necesarios para la subsistencia individual y no para la comunidad, alejada de nosotros en el proceso actual.
 El dinero sirve para crear negocios absurdos (los gustos y ventas, son los indicadores que da el consumidor) donde mafias legales o ilegales puedan sobrevivir, y lo más importante de todo configuren las relaciones materiales de una determinada manera de vivir. Es decir, conseguir traspasar a otro cualquier “mercancía, servicio…” a cambio de dinero acumulable, en el que raciocinio y la puesta de acción en común de los individuos quedé desechada, ya que una vez entrado el dinero en masa en todas las facetas de la vida, suelen aparecer otro tipo de hábitats urbanos y masificados, en los que “canjear” ese dinero (es decir una sociedad tecnoidustrial). En esas sociedades, por ejemplo, el éxito de algo glamuroso, puede ser la puerta de entrada a un nuevo yacimiento de empleo y dinero que hará prosperar la sociedad, cuando una sociedad sencilla simplemente no necesita de esas técnicas tan separadas del humano, y están separadas porque están lapidadas por el dinero, que es imprevisible y siempre condicionado.
Siempre la alimentación y las nociones básicas de los seres humanos quedan desprovistas de nosotros mismos y delegadas a otros, sin saber lo que nos puede venir. Todo lo dejamos a esa gran entidad que está por encima nuestra y parece controlarlo todo y que algunos llamamos: la megamaquina. Mientras los demás sobreviven como pueden, creyéndose muy importantes por dar clases de cualquier tontería; o vendiendo perros de raza al mejor postor;  cualquier actividad es válida si genera dinero. Mientras, por ejemplo,  seguimos consumiendo gasolina y gas para calentarnos en lugar de usar nuestro entorno natural (porque tiene ligeras desventajas) y a la vez conseguimos derivar miles de puestos de trabajo a las tecnologías que se introducen en el mercado y nos dominan. Esto se hace incuestionable en nuestras sociedades sin autonomía. Con mucha titulitis y mucho sálvese quien pueda.

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